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divinajop

poesia XIII

Continuando con mi austera campaña para alimentar el alma y no solamente leer los avisos de los buses o lo que se debe leer en el trabajo o en el estudio.
una nueva tanda de poesia explosiva

Como siempre una cancion, y luego poemas otra poetiza suicida Silvia Plath. Interesante soy vertical y la rival

Una cancion que siempre me ha gustado, que ahora le hallo un poco de sentido.
Bacilos casi un segundo

No recuerdo bien su cara
ni su voz ni su mirada
No recuerdo sus historias
ni sus penas ni sus glorias
Aunque a veces me la encuentro
caminando entre mis sueños
me recuerda un sentimiento
del que ya no somos dueños
y dejo en mi corazon la marca de su amor
en solo un segundo

La Rival

La Luna, si sonriera, se te parecería.
Das la misma impresión
de cosa bella, pero que aniquila.

Ambas sois grandes tomadoras de luz.
Su boca de O se aflige por el mundo; la tuya se queda
indiferente,
y tu primer don es el de trocarlo todo en piedra.

Me despierto en un mausoleo; estás aquí
tamborileando con los dedos en la mesa de mármol, buscando
cigarrillos,
con rencor de mujer, pero sin tantos nervios,
muriéndote por decir algo que no admita respuesta.

También la luna envilece a sus vasallos,
pero a la luz del día hace el ridículo.



Filo


La mujer alcanzó la perfección.
Su cuerpo
muerto muestra la sonrisa de realización;

la apariencia de una necesidad griega
fluye por los pergaminos de su toga;
sus pies
desnudos parecen decir:

hasta aquí hemos llegado, se acabó.

Los niños muertos, ovillados, blancas serpientes,
uno a cada pequeña
jarra de leche, ahora vacía.

Ella los ha plegado
de nuevo hacia su cuerpo; así los pétalos
de una rosa cerrada, cuando el jardín
se envara y los olores sangran
de las dulces gargantas profundas de la flor de la noche.

La luna no tiene porqué entristecerse,
mirando con fijeza desde su capucha de hueso.
Está acostumbrada a este tipo de cosas.

Sus negros ojos crepitan y se arrastran.



SOY VERTICAL
Pero preferiría ser horizontal.
No soy un árbol con las raíces en la tierra
absorbiendo minerales y amor maternal
para que cada marzo florezcan las hojas,

ni soy la belleza del jardín
de llamativos colores que atrae exclamaciones de admiración
ignorando que pronto perderá sus pétalos.

Comparado conmigo, un árbol es inmortal
y una flor, aunque no tan alta, es más llamativa,
y quiero la longevidad de uno y la valentía de la otra.

Esta noche, bajo la luz infinitesimal de las estrellas,
los árboles y las flores han derramado sus olores frescos.

Camino entre ellos, pero no se dan cuenta.
A veces pienso que cuando estoy durmiendo
me debo parecer a ellos a la perfección-
oscurecidos ya los pensamientos.

Para mí es más natural estar tendida.

Es entonces cuando el cielo y yo conversamos con libertad,
y así seré útil cuando al fin me tienda:
entonces los árboles podrán tocarme por una vez, y las flores tendrán tiempo para mí.

SOLTERONA

Esta chica de quien hablamos
en un paseo de abril ceremonioso
con su último pretendiente
súbitamente se asombró muchísimo
del charlar de los pájaros
y las hojas caídas.

Así, afligida, ella
vio que los ademanes de su amante
agitaban el aire y se irritó
entre el caos de flores y de helechos
acre. Juzgó los pétalos
confusos, la estación ajada.

¡Cómo deseó el invierno!
Austeramente, en orden minucioso
de blanco y negro
de hielo y roca, todo deslindado,
de corazón a fría disciplina
sometió, exacto cual copo de nieve.

Pero he aquí: un capullo
de sus cinco sentidos de gran dama
una grosera confusión deduce:
traición intolerable. Que el idiota

se rinda al caos de la primavera:
prefirió retirarse.

Y rodeó su casa
de alambradas y muros impasables
contra el tiempo rebelde
tanto que nadie lo rompiera
con maldiciones, puños, amenazas,
ni con amor tampoco.


EL COLOSO

Jamás conseguiré recomponerte del todo,
unir, pegar tus pedazos y juntarlos como es debido.

Rebuzno de mula, gruñido de cerdo y carcajadas obscenas
salen de tus enormes labios.

Esto es peor que un corral.

Acaso te consideras un oráculo,
portavoz de los muertos, o de algún que otro dios.

Llevo treinta años trabajando
para extraer el sedimento de tu garganta.

Sigo sin entenderlo.
Escalera arriba con botes de cola y Lysol
trepo como una hormiga en duelo
por encima de los campos de maleza de tu frente
para reparar las inmensas planicies de tu cráneo y limpiar
los blancos, desnudos túmulos de tus ojos.

Un cielo azul como de la Orestíada
Se arquea por encima de nosotros. Oh padre, tan solo como estás
eres hondo y denso en la historia como el foro romano.

Abro mi almuerzo sobre una colina de cipreses negros.
Tus huesos aflautados y tu pelo de acanto desbordan
su antigua anarquía hasta la línea del horizonte.

Haría falta más de un rayo
para crear una ruina así.

De noche me acurruco en la cornucopia
de tu oreja izquierda, al abrigo del viento,
y cuento las estrellas rojas, y las de color ciruela.

El sol sale bajo la columna de tu lengua.
Mis horas abrazan la sombra.
Ya no atiendo al encallar de las quillas
en las piedras desnudas del embarcadero.

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